El Laberinto Gubernamental por el Gasoducto Sur, por César Gutiérrez
En pleno desarrollo en nuestra capital de la Cumbre APEC 2016,
el Ejecutivo anunció que no efectuará modificaciones al Contrato de Concesión de
“Mejoras a la Seguridad Energética del País y Desarrollo del Gasoducto Sur
Peruano”. Con esto se supone que el Consorcio Sempra-Techint, que había
llegado a un acuerdo satisfactorio de compra de accionariado con Odebrecht
Latinvest, por el 55% de la concesión y 71% de la construcción; no lo ejercerá,
pues habían solicitado los compradores al gobierno que se modificaran
cláusulas sobre resolución de contrato, en la eventualidad que se demostrase que
habían actos de corrupción en el proceso.
El Ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, salió a
anunciar que en Enero del próximo año se convocaría a un nuevo concurso.
Precipitación en sus declaraciones por dos razones: al momento de su
intervención, el Consorcio Sempra-Techint no se había pronunciado y en la
eventualidad que fuese necesaria nueva convocatoria; es un imposible que se haga
en Enero próximo; será necesario reformularla en aras de la competencia.
Respetando la decisión del Ejecutivo de no hacer cambios en el
contrato, hay que recordarle al Ministro Thorne, que primero tiene que agotar
todas las posibilidades con las partes en negociación, porque cualquier reinicio
tomará su tiempo, pues si de mejorar el contrato de concesión se trata, hay la
necesidad que tomar contacto con otros interesados para no caer en favoritismo
por el consorcio Sempra-Techint.
Siendo una obra de 4,500 millones de dólares constructivos y 2,
800 de operación y mantenimiento de una serie de 30 años; ambos valores
expresados a la fecha de puesta en operación comercial, calculados a precios de
Junio 2014 y proyectados al 2019; hay dos aspectos que no se pueden soslayar: no
es fácil encontrar interesados y los que hubiesen tendrán que revaluar sus
cifras a valores del 2017 proyectados al 2021. Asimismo, hay que darles tiempo
para que puedan elaborar una propuesta, que por la complejidad y la inexistencia
de ingeniería oficial, lleva a cualquier interesado a requerir un tiempo de no
menos de un año.
Si el gobierno ha hecho su apuesta de reactivación a los
megaproyectos y éste es uno de ellos, tiene que guardar mesura y
realismo.