Incierto futuro del Oleoducto Norperuano, por César Gutiérrez
Infraestructura de 40 años de antigüedad, con un recorrido de
1,100 Km a través de zonas: amazónica, alto andina y costera desértica; el
Oleoducto Nor Peruano (ONP) se ha convertido en una pesadilla para los
directivos y funcionarios de su propietaria Petroperú. Veinticuatro derrames en
el período 2011-2016, cuya causa ha estado entre fallas e intervenciones de
terceros, son motivo de preocupación que ha llegado a las más altas esferas del
gobierno. El Presidente del Banco Central de Reserva ha resaltado que su
operación genera el 0.2% del PBI peruano; es decir unos 400 millones de dólares
al año.
Hace unos días el Presidente Petroperú, Augusto Baertl, con
mucho triunfalismo ha afirmado que en unas cinco semanas, el ONP volverá a
operar con “riesgo acotado”. La realidad es que aún no hay un diagnóstico
integral de su estado de situación, del costo de reparación y menos aún de un
buen relacionamiento con los pobladores que garanticen una operación segura. El
futuro es incierto.
Una inversión de reparación que puede asumir la petrolera
estatal con recursos propios, al costo de capital de la empresa a un horizonte
de 20 años, no debe exceder los 80 millones de dólares, caso contrario la
supervivencia dependerá de un aporte estatal que es una decisión política, en un
contexto económico de elevado déficit fiscal que este año cerrará en el 3% del
PBI.
El entusiasmo de las declaraciones del presidente de la
petrolera, es voluntarismo puro.