LOS SECRETARIOS - Por Juan Carlos Valdivia - EL MONTONERO
Columna
Los sectarios
13 de Septiempre del 2016
Pretenden
asaltar nuestra democracia e imponernos su agenda de intolerancia
Mucho
se dijo respecto a lo que serían las relaciones entre el Ejecutivo y el
Legislativo dominados por fuerzas políticas distintas. Se predijo una posición
intransigente desde el fujimorismo y se recomendaba al presidente Kuczynski una
alianza con la izquierda. Era una recomendación interesada, ideológica y
sectaria. Se aconsejaba al Gobierno una alianza con las regiones, con las
calles. Incluso el presidente, poco después de asumir su cargo, anunció que
pretendía “robarse” unos congresistas del fujimorismo.
Con
el fin de construir los escenarios correspondientes, se provocan a través de los
medios de comunicación ingenuas declaraciones de carácter conflictivo, o se
interpreta cualquier acto como muestra de una beligerancia planificada. Pero la
realidad parece haber vencido a estos agoreros del caos. En el Ejecutivo han
comprendido que pueden negociar con la mayoría parlamentaria sin que esto
signifique claudicar en sus principios. Lo vimos al momento de pedir el voto de
investidura. Bastaron unas precisiones y unas disculpas para lograr la votación
más alta que haya recibido gabinete ministerial alguno en el presente siglo.
Algo similar ocurrió con el proyecto que permitiría ampliar el proceso de
liquidación en marcha del centro metalúrgico de La Oroya. Luego de una seria
discusión, se aprobó por una mayoría absoluta el proyecto alternativo
fujimorista. Y todos felices.
Pero
los sectarios parecen no estar felices ante la posibilidad de acuerdos sucesivos
entre el Gobierno y la mayoría parlamentaria. Cuando todas las fuerzas políticas
se pusieron de acuerdo en un procedimiento para nombrar al nuevo defensor del
pueblo, hubo satisfacción general. Pero cuando se dieron cuenta de que la
mayoría se inclinaba por un candidato que no era el favorito de los sectarios,
entonces aparecieron las críticas. Que era un procedimiento no competitivo, que
no era transparente, que no tenía legitimidad. Cuestionamientos deleznables toda
vez que los tres candidatos se presentaron ante todos los grupos parlamentarios,
explicaron sus planes, afirmaron sus pretensiones. Finalmente el elegido lo fue
con la más alta votación recibida por un defensor.
Pero
los sectarios no podrían quedarse tranquilos. Además de haber quebrado la unidad
de la votación en la bancada de gobierno, intentaron perturbar la elección del
nuevo defensor. Esfuerzo nuevamente inútil. Ahora, ya comenzaron a sembrar dudas
respecto a la pretensión del Gobierno de obtener una delegación de
facultades para legislar. Los sectarios creen que pueden hacer creer al
Ejecutivo que es un derecho inapelable la obtención de dichas facultades. Desde
el Consejo de Ministros, por el contrario han buscado la forma más transparente:
ir a las comisiones respectivas a debatir con los parlamentarios y explicar su
pedido.
En
una democracia no hay verdades absolutas ni se ganan las votaciones por campañas
sectarias que pretenden esquinar a un sector político. En democracia hay que
debatir y convencer. Hay momentos en que una posición ganará, y en otros ganará
la contraria. Lo que no podemos permitir es que los sectarios pretendan asaltar
nuestra democracia e imponernos su agenda de intolerancia desde una supuesta
corrección política o superioridad ética. Eso es inaceptable. En una democracia
la legitimidad la otorgan los votos. Es lo que vale.